Me desperté cinco minutos antes de que sonara el despertador, como siempre. Después de haberme duchado y de haber desayunado, me despedí de mi madre y de mi gata, cogí las maletas y salí de casa.
Fui hasta el metro, que me dejó en la mitad del trayecto porque para llegar al Seikatsu tenía que coger un taxi.
Después de una hora (o incluso más), llegué por fin al Seikatsu. Era tan grande que no sabía para dónde ir... Me quedé ahí, de pie, esperando que una revelación divina me dijera por dónde tenía que ir...
-¿Te pasa algo? -Un chico se me había acercado.
-Eh... Es que soy nueva y no sé...
-¡Ah, vale! Eres de primero, ¿no? Mira, por ahí se va al dormitorio femenino. Pero primero tienes que ir a Secretaría para saber en qué habitación estás y demás. Ven, te acompaño. -¡Vaya, qué chico más majo!
-Me llamo Yûichi, ¿y tú?
-Soy Megumi... Megumi Saitô.
-Sí...
-Ahora, giras a la derecha y todo recto. Enseguida llegarás a tu habitación. Por cierto, yo estoy en segundo. Ya nos veremos, ¿eh?
Abrí la puerta y entré. No había nadie y tampoco había maletas ni nada por el estilo.
¿Cómo será eso de compartir habitación? Espero llevarme bien con mi compañera...
Le mandé un mensajito a mi madre diciéndole que ya había llegado y que todo bien. Al rato, se abrió la puerta y entró una chica.
-... ¿Eres Saitô-san?
-Sí. ¿Tú eres Tenjo?
-Así es. Vamos a ser compañeras de habitación este año, así que espero que nos llevemos bien.
-Lo mismo digo.
-Ah, puedes llamarme Shizuka. ¿Puedo llamarte Megumi?
-¡Claro!
-Cómo mola el Seikatsu... Aunque es un poco grande. ¿Te ha costado encontrar la habitación?
-No, porque un chico muy simpático me ha ayudado.
-Ah, qué suerte has tenido. ¿Y era guapo?
-¡...! -Mierda, no me fijé... ¡Pero espabila, Megu!
-Ah, sí, claro.
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